Este restaurante está en un pueblo muy bonito y tiene un ambiente encantador con terraza exterior y comedores acogedores. La comida es el punto fuerte: el cocido montañés es absolutamente imprescindible y delicioso, uno de los mejores de Cantabria. Los entrantes son deliciosos y la comida en general es muy rica. Aunque no tienen carta de vinos, cuentan con una bodega donde puedes elegir el vino que prefieras, lo que añade un toque especial a la experiencia. El jamón es espectacular, uno de los mejores que he probado, y cada plato sorprende con detalles, sabores y texturas que vale la pena descubrir. El servicio es impecable: muy amable y profesional. La relación calidad-precio es excelente, lo que convierte la experiencia en algo fenomenal. Además, aceptan mascotas, lo que hace que el lugar sea aún más especial. Sin duda, un sitio de 10 al que volveremos seguro! Recomendadísimo!!
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